La travesía Estels del Sud [Estrellas del Sur] bordea el ‘Masís del Port’, justo en el cruce entre el Principat de Catalunya, el País Valencià y la Franja. El recorrido, de cinco etapas, pasa por los pueblos de Paüls, Arnes, Beseït y los refugios de Font Ferrera y Mont-Caro y sorprende por la variedad de paisajes naturales y humanos.
“Marcamos sobre el mapa los cinco puntos principales de la ruta que rodea el ‘masís del Port’ y al unirlos en línea recta nos pareció ver una constelación”, explica Gabriel Gutiérrez, guarda del refugio de Font Ferrera. Sin haberlo previsto, aquellos bocetos sobre papel darían nombre a la travesía Estels del Sud [Estrellas del Sur]. Del sur de Catalunya, se entiende, que es por donde pasa la mayor parte de un recorrido que también entra en la comarca del Matarranya y roza el norte del País Valencià. En total, son cinco etapas de unos veinte quilómetros cada una. Es cierto que hay que caminar bastante, pero si se compara con las travesías del Pirineo, este es un circuito de dificultad media y, sobre todo, contemplativo. Y es que el macizo ofrece una buena variedad de espacios: hayedos, pinares y encinares frondosos, prados verdes, cumbres peladas y barrancos surcados por ríos. “Pero Estels del Sud va más allá del interés natural, porque, a diferencia de otras travesías, también permite el descubrimiento de los pequeños pueblos de montaña y de su gente”, asegura Gutiérrez. La ruta se puede comenzar en cualquiera de las cinco etapas y se puede hacer en los dos sentidos de la marcha. Hay excursionistas que salen desde la zona de la cima del Caro, pero también los hay que lo hacen desde los pueblos de Arnes o Beseït. Però lo importante es hacerla, y por el camino iremos encontrando compañeros de viaje que van en ambas direcciones.
Paüls: villa escalonada // En el pueblo, se llega después de haber cruzado les Foies, les Clotes, les rases del Maraco y el coll de l’Espina. Pasado el bosque de Sant Roc ya se vislumbra el pueblo escalonado en el centro de un anfiteatro natural cerrado por los contrafuertes del macizo. Es interesante de trepar a lo alto del pueblo, donde están los restos del castillo y la iglesia vieja, con un mirador altivo que abarca todo el valle. Si el dicho popular asegura que en Paüls primer obren la boca que els ulls [en Paüls primero abren la boca que los ojos] es por algo. Por lo tanto, antes de comenzar la segunda etapa será necesario coger fuerzas con un buen desayuno. Y es que para llegar a Arnes habrá que superar el Montsagre, y el sendero es bastante duro. Una vez arriba es fácil ver los buitres que sobrevuelan los roquedos y las cabras salvajes que trepan por los acantilados. La sudada es considerable, pero el cansancio se desaparece al pensar que en la otra vertiente nos podremos bañar en el río dels Estrets, que desemboca cerca de Arnes al río Algars. El pueblo, ya en la comarca de la Terra Alta, está situado encima de una colina de donde sobresale la iglesia y el edificio del Ayuntamiento, de época renacentista. Enfrente se forma un balcón que mira hacia las Roques de Benet, una de las postales más fotografiadas del norte del macizo.
Una peña con vistas // En el tercer día de ruta, el camino va ganando altura a partir del Mas Nou. Los paisajes frondosos del Coll de la Creu, la Roca Grossa y el río Algars contrastan con la cima pelada, seca y ventosa de la peña Galera, una meseta en forma de proa, con vistas a la Terra Alta y el Matarranya. Desde allí se distinguen los núcleos de Arenys de Lledó, Val-de-roures y las casas de Beseït, que es el destino de la etapa. Al llegar, pasado el río de Ulldemó, el campanario de la iglesia de San Bartolomé sirve de guía para llegar al centro de pueblo, el último por donde pasa la ruta Estels del Sud. Precisamente por ello, en las dos últimas etapas de la travesía será más difícil cruzarse con personas, y los paisajes humanos dejarán paso, casi en exclusiva, al esplendor natural del macizo. Por el término municipal de Beseït pasan tres ríos —el Matarranyaa, el río de Ulldemó y el río de Algars— que modelan un paisaje agreste. Para comprobarlo, basta con seguir las gargantas del Matarraña, con passarelas adosadas a la piedra que permiten cruzar los tramos de agua de más profundidad. Y al aproximarse a les Gúbias del Parrissal, las paredes de roca son tan imponentes que sólo queda abierta una pequeña franja de cielo. Técnicamente es uno de los tramos más complejos del recorrido. Al superar el estrecho, sin embargo, se inicia el barranco de la Coscollosa, más fácil de franquear, ya su final, un tejo monumental indica que el Prat d’en Rubera y el refugio de la Font Ferrera, en la Sénia, estan cerca.
Al terminar el día, la fatiga se hace notar y sólo consola saber que la etapa restante —que termina a los pies del Caro— es un poco más suave. El último esfuerzo de la travesía, pues, llevará de la falda del Negrell hasta Casetes Velles y la Cova del Vidre. La subida al Coll dels Pallers es dura, pero merece la pena por la vista hacia el interior del macizo y el valle del Ebro. Desde aquí sólo hay que seguir la última hilera de estrellas azules —los señales que marcan el sendero de Estrellas del Sur— que deja junto al Mont-Caro.