Faltan un poco más de siete meses para el referéndum de la independencia de Escocia y el no continúa liderando las encuestas. Pero los sondeos indican una tendencia creciente del sí. En el último estudio publicado por The Hunter Foundation hace una semana, el sí obtiene el 29% del apoyo (tres puntos más que en noviembre), el no recibe el 42% de los votos y un 29% se declara indeciso. Blair Jenkins, responsable de la campaña a favor de la independencia, Yes Scotland, dice que estos cambios forman parte de una “carrera de fondo”.
Estamos ante un punto de inflexión? Hace tiempo que el feedback que recibimos de nuestras agrupaciones locales nos indica que la opinión pública se balancea hacia el sí. Si continua esta tendencia, tenemos la victoria muy cerca. Pero esta es una carrera de fondo.
Qué estrategia seguiréis? Tenemos que movilizar las bases. La persuasión tiene que llegar a través de la familia, entre los amigos o en una reunión de vecinos. Hay muchos indecisos y el tú a tú es la mejor manera de convencerlos.
¿Servirá para compensar la falta de apoyo entre los medios? En Escocia no hay ningún gran periódico explícitamente independentista, más bien lo contrario. Quizás en el ámbito televisivo los medios son más imparciales. Por lo contrario, somos muy fuertes en Twitter y Facebook, donde superamos ampliamente la plataforma unionista Better Together.
El 56% de los escoceses se quejan de falta de información. Ya hemos distribuido información en todo tipo de plataformas y en octubre pasado presentamos el libro blanco, el documento creado para dar respuestas a casi todas las preguntas que los ciudadanos se puedan plantear sobre el futuro de una Escocia independiente.
Pero sólo un 14% de los ciudadanos aseguran que han leído algún capítulo. Al menos saben donde pueden acudir si necesitan información. Además, hay que tener en cuenta que un porcentaje significativo de los votantes están ocupados con su día a día y no decidirán el voto hasta el último momento.
Qué peso puede tener la economía en el debate? Escocia ya empieza a notar la recuperación económica. ¿Esto impulsará los escoceses a votar por el cambio o los frenará? Es muy difícil de saber porque en este referéndum la decisión no está condicionada por un partido político en concreto ni por una ideología definida, sino por un proyecto transversal de sociedad y país. Este es un debate sobre el modelo de sociedad.
Un modelo en el cual Inglaterra y Escocia divergen. Desde la época de la primera ministra británica Margaret Thatcher, en el Reino Unido predominan las políticas conservadoras. Por lo contrario, Escocia siempre ha mantenido el peso de las izquierdas y la defensa del estado del bienestar. El actual primer ministro escocés, Alex Salmond, ha remarcado los valores sociales del proyecte independentista. Si Westminster se reafirma en las políticas neoliberales, es posible que muchos votantes, no necesariamente nacionalistas, acaben apostando por la independencia.
Antes del referéndum, los escoceses están llamados a las urnas en las elecciones europeas del mes de mayo. Servirán para reafirmarnos en la voluntad de continuar en Europa y de integrarnos rápidamente en caso de convertirnos en un estado independiente.
José Manuel García-Margallo, el ministro de Exteriores español, ha dicho que será un proceso largo y lleno de obstáculos. ¿Alguien todavía cree que la Unión Europea pondrá obstáculos? Hace cuarenta años que Escocia es miembro de la UE y creemos que 18 meses son suficientes para negociar la reincorporación.
Este verano se conmemora la Batalla de Bannockburn, del 1314, que culminó con una victoria de Escocia contra Inglaterra. ¿La historia entrará en debate? No lo creo, el nacionalismo escocés es poco épico. Esto no quiere decir que no que tengamos una identidad muy marcada, que nunca nadie ha puesto en entredicho. La historia que realmente contará en este referéndum es la de los últimos quince años. La descentralización y la recuperación del Parlamento escocés el año 1999 son clave para entender donde estamos.
Una recuperación que llegó con polémica presupuestaria en la construcción del nuevo Parlamento y una imagen de mala gestión. Pero la gente ya lo ha olvidado. El Partido Nacional Escocés (SNP) está en el gobierno de Edimburgo desde el 2007 y si los escoceses no hubieran tenido la experiencia de un gobierno nacionalista, bastante popular según apuntan las encuestas, ahora sería más difícil convencer a los ciudadanos. El referéndum que celebraremos en septiembre es fruto de una evolución natural: la creación del Parlamento escocés fue el primer paso, la llegada de los nacionalistas al poder el segundo y ahora vamos a por el tercero. Es por eso que no entendemos la independencia como un cambio radical, sino como un paso más en este camino hacia el autogobierno. (Diari ARA, 09/02/2014)
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