La monarquía británica es tan inglesa como escocesa. Y para dejarlo claro, Elisabet II aprovechó la celebración del 60 aniversario de su coronación –hace apenas un año– para hacerse uno de sus retratos oficiales en un campo de las Tierras Altas escocesas, cerca del castillo de Balmoral, la residencia de verano de la casa real británica. La reina se vistió con una capa verde de la Orden del Cardo de la caballería escocesa, sobre la cual sobresalía la cruz blanca de Saint Andrews, patrón de Escocia. Una puesta en escena para remarcar los vínculos de la casa real con el país de los lagos y las bandas de gaiteros. De hecho, Elisabet II es descendente directa de Maria Stuart, reina de los escoceses. Además, en el siglo XIX su tatarabuela, la reina Victoria I, hizo construir el castillo de Balmoral, puso de moda el tartan –la tela de cuadros– y recuperó los Highland Games, las competiciones de juegos tradicionales escoceses. Y por eso las familias más ricas de Londres empezaron a adquirir propiedades al norte de Escocia para veranear. “La reina forma parte de nuestro paisaje, la amamos y aunque los escoceses decidamos que queremos marchar del Reino Unido no creo que nada cambie. Son demasiados años de vínculos, especialmente en Braemar, donde desde el 1848 cada año la reina o el rey han venido a inaugurar la celebración de los Highlands Games. Qué necesidad tenemos de renunciar a eso?”, se pregunta Bill Ferguson, un banquero jubilado del pueblo de Braemar, al condado de Balmoral.
Curiosamente, el primer ministro escocés, Alex Salmond, que durante la juventud hizo gala de su republicanismo, defiende tesis parecidas. Y por eso el ejecutivo apuesta por mantener la reina Elisabet II como jefa de estado en una hipotética Escocia independiente. Ahora bien, los disidentes no han tardado a aparecer, incluso en el seno del Partido Nacionalista Escocés, el partido de gobierno. “Más allá de la estima que algunos escoceses puedan mostrar por la reina, Escocia es mayoritariamente republicana”, asegura con contundencia Colin Fox, sociólogo y líder del Partido Socialista Escocés. “La decisión de Alex Salmond de apostar por la monarquía es estratégica y hasta cierto punto va en contra de los principios ideológicos de su partido”.
Imagen de continuidad // Pero según las encuestas los nacionalistas todavía no han podido construir una mayoría independentista y el primer ministro cree que apostar por la monarquía puede suavizar el discurso rupturista y así ofrecer una imagen de aparente continuidad para seducir los indecisos. “En todo caso, más allá de la estrategia de Alex Salmond, entre los políticos independentistas, ya sea del partido nacionalista, socialistas, ecologistas o algunos laboristas, hay consenso para abrir el debate monárquico sólo una vez se haya ganado el referéndum”, añade Fox. Los últimos sondeos sobre la valoración ciudadana de la monarquía se publicaron hace un año coincidiendo con la celebración del 60 aniversario de la coronación de Elisabet II. Entonces, según el estudio del grupo de opinión British Future, el 41% de los escoceses decían que estaban orgullosos de la reina, una cifra discreta comparada con el 80% de los ingleses, pero nada despreciable en el juego de equilibrios electorales. Es una de las posibilidades, pues, que en un futuro no muy lejano Escocia pase a agrandar la lista de los dieciséis países que tienen la reina británica como jefa de estado, desde Australia hasta el Canadá, de Nueva Zelanda en Jamaica. (Diari ARA, 10/06/2014)