El cine, como hecho cultural, es una herramienta para explicarse al mundo. Y para el pueblo Kurdo —territorialmente descuartizado, reprimido e ignorado— es uno de los mejores instrumentos para mostrarse al exterior, para unificar la nación y la diáspora dispersa por Europa. Esta es una de las ideas que se subrayan en la introducción del programa de mano del London Kurdish Film Festival, que estos días se celebra en la capital británica. Un festival que en esta edición ha programado 212 películas (23 largometrajes de ficción, 46 documentales y 52 cortometrajes), incluido el documental The Silent Revolution, dirigido por el amigo David Meseguer y un servidor.
Aprovechando la proyección de nuestro trabajo a la Picture House de Hackney, hemos tenido la oportunidad de visionar una quincena de películas. En general films con mucha carga emocional que además de explicar el Kurdistán al mundo han estimulado el debate social, político, cultural y antropológico entre los mismos kurdos presentes al festival. El domingo a la tarde, después de nuestra presentación, se abrió un turno de preguntas y pudimos intercambiar impresiones con las casi doscientas personas que llenaban la sala, mayoritariamente miembros de la diáspora kurda. El feedback nos permitió contrastar la opinión de la audiencia, que al comentar nuestro documental puso en valor dos ideas:
1- El positivismo. La nación kurda es una nación traumatitzada y esto se hace notar en muchos de las obras que estos días se proyectan en el festival. La lucha entre la tradición opresiva y la modernidad libertina o el debate sobre el rol de la mujer han sido temas recurrentes en las películas de ficción que hemos visto. Las masacres, la mala política, la guerra, los refugiados o los pueblos quemados, en el caso de los documentales. Pero The Silent Revolution rompe esta dinámica cargada de lamento y, a pesar de que también habla de guerra y represión, es un trabajo que mira más hacia el futuro que hacia el pasado. Explica como los Kurdos de Siria han aprovechado el contexto bélico para controlar pacíficamente el territorio, cómo han puesto las bases de un nuevo parlamento autónomo y democrático, como se trabaja para enseñar de nuevo el kurdo en las escuelas, como la mujer ha sido clave en la revolución kurda o cómo han puesto en marcha Ronahi TV, la primera televisión del Kurdistán sirio que emite en kurdo y árabe.
2- Una realidad ignorada. Desde marzo, cuando nosotros estubimos en Siria, la situación en el Kurdistán oeste —la zona donde grabamos el documental— ha empeorado y casi es imposible acceder sin poner en peligro la vida. Este aislamiento territorial, obviamente, también lo es informativo. A todo ello hay que añadir que los medios internacionales cuando hablan de Siria centran la atención en el conflicto entre el ejército del Régimen y los rebeldes, ignorando el papel de los kurdos en el conflicto. The Silent Revolution, pues, da voz a una realidad que encuentra dificultades para mostrarse.
Y a pesar de que hemos hecho el documental con recursos propios, y por lo tanto limitados, y que durante el rodaje trabajamos en situaciones complejas, en un ambiente militarizado, con controles en cada pueblo, a menudo sin luz para cargar baterías y con dificultades para encontrar gasolina para el coche y movernos por el territorio, estamos satisfechos del resultado. La acogida cálida que hemos recibido en Londres —gracias Kerim Gokturk, Rebwaar Salam, Mark Campbell y tantos otros— ha sido un estímulo para seguir creyendo en proyectos periodísticos como el que nos llevó hace unos meses en el Kurdistán sirio.
Sinema Bi Kurdi Xwese! Viva el cine Kurdo!
Article a l’International Business Times // Entrevista al diari turc ‘Yeni Ozgur. Foto: Mark Campbell
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